Trump y su interés por el BRICS: ¿Un nuevo capítulo en la geopolítica?
El exmandatario de EE. UU., Donald Trump, sorprendió con su reciente interés en el grupo BRICS tras mantener múltiples conversaciones con representantes de sus países miembros.
En un giro inesperado, Donald Trump, expresidente de Estados Unidos y uno de los principales contendientes republicanos para las elecciones presidenciales de 2024, ha mostrado un inusitado interés por el grupo BRICS, conformado actualmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El exmandatario sostuvo conversaciones telefónicas con representantes de varios países de este bloque, suscitando especulaciones sobre un potencial acercamiento de su parte hacia esta alianza económica y política, que muchos perciben como un contrapeso a las potencias occidentales lideradas por EE. UU.
La revelación de estas conversaciones ha tomado por sorpresa a analistas y a la opinión pública, quienes asocian a Trump con una política exterior de enfoque nacionalista y de confrontación hacia China, uno de los pilares del grupo BRICS. Sin embargo, esta aparente apertura podría ser una muestra de la capacidad de adaptación de su estrategia política, más aún considerando el creciente poderío económico del bloque BRICS en el escenario internacional y su expansión reciente con la incorporación de nuevos miembros, entre ellos Argentina y Egipto.
¿Un cambio de estrategia o un movimiento táctico?
La intención de Trump de acercarse al BRICS podría responder a varios factores. En primer lugar, el grupo BRICS ha cobrado cada vez más relevancia económica, buscando alternativas al dólar estadounidense y promoviendo una cooperación multilateral en diversas áreas estratégicas, como el comercio, la inversión y la tecnología. Si bien los Estados Unidos no han sido invitados formalmente a formar parte del bloque, la posibilidad de una colaboración, al menos en ciertos aspectos económicos, podría dar a Trump una ventaja en su posicionamiento tanto a nivel internacional como en el ámbito doméstico.
Expertos consideran que la iniciativa podría ser un movimiento táctico de Trump para diversificar sus alianzas, dado el actual contexto de polarización mundial y los desafíos económicos internos de Estados Unidos. “Trump podría estar visualizando una política exterior menos dependiente de las alianzas tradicionales, buscando así fortalecer el papel de Estados Unidos en otras arenas internacionales”, señaló Anna Brooks, analista en relaciones internacionales. No obstante, este enfoque resulta arriesgado, ya que un acercamiento con el BRICS podría afectar las relaciones de Washington con aliados históricos en Europa y otras regiones que perciben al grupo como un competidor directo.
Los desafíos de una posible alianza
Es importante señalar que, aunque el interés de Trump en el BRICS pueda ser real, una posible integración de Estados Unidos a este bloque enfrenta importantes obstáculos. El grupo BRICS ha construido su base en la cooperación Sur-Sur y en una postura crítica hacia los modelos financieros impuestos por Occidente. A su vez, la creciente presencia de China y Rusia en el liderazgo del bloque podría dificultar la entrada de un país tradicionalmente visto como un rival en el ámbito geopolítico.
Además, el propio exmandatario debería convencer a sectores de la sociedad estadounidense y del Congreso, los cuales históricamente han recelado de las economías rivales. Sin embargo, la necesidad de modernizar las relaciones económicas podría abrir un pequeño margen de maniobra para Trump en este sentido, especialmente si logra articularlo como un beneficio directo para la economía y la clase media de Estados Unidos.
Un camino incierto en la geopolítica global
Este posible acercamiento de Trump hacia el BRICS plantea interrogantes sobre el futuro de la política exterior de Estados Unidos. De materializarse, podría simbolizar un cambio histórico en la diplomacia estadounidense, un giro que no solo impactaría las relaciones con sus socios tradicionales, sino también la balanza de poder en el mundo. No obstante, en un contexto de campañas electorales, este interés de Trump podría tratarse de una estrategia más para ganar atención y diversificar su apoyo en sectores del electorado con posturas disímiles sobre el rol global de Estados Unidos.
Solo el tiempo dirá si este interés se mantendrá o si forma parte de una táctica temporal. Lo cierto es que, con sus movimientos, Trump ha vuelto a situarse en el centro del tablero geopolítico, desafiando una vez más las normas establecidas y generando incertidumbre sobre la dirección futura de la política internacional de Estados Unidos.