Amigos imaginarios en niños: UNAM lo explica
Los amigos imaginarios, esos seres creados por la mente de los niños, pueden desempeñar un papel crucial en su desarrollo emocional y cognitivo, especialmente en momentos difíciles. Así lo asegura María Teresa Mojaras Rodríguez, académica e investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, en una entrevista para la máxima casa de estudios.
Mojaras Rodríguez explica que estos amigos inexistentes pueden ayudar a los niños a enfrentar situaciones adversas, proporcionando un medio para canalizar sus emociones y creatividad. El estudio de los amigos imaginarios comenzó en el siglo XIX, centrándose en niños huérfanos que vivían en casas hogar, de acuerdo con un artículo de Michel Olguín Lacunza en UNAM Global.
Se descubrió que la mayoría de estos niños tenía amigos imaginarios, lo cual inicialmente se interpretó como una defensa ante la carencia afectiva o el abandono. Sin embargo, investigaciones posteriores revelaron que estos amigos imaginarios también aparecen en situaciones normales y no necesariamente en contextos de carencia emocional.
Según el artículo de Olguín, existen dos principales enfoques para entender los amigos imaginarios: el cognitivo y el clínico.
1. Enfoque Cognitivo:
Mojaras Rodríguez menciona que los niños entre los dos y siete años están en un proceso de comprensión de la realidad y la fantasía. Durante esta etapa, los niños son muy egocéntricos y tienden a creer en cualquier fantasía. Por ejemplo, pueden creer que “el monstruo del armario” realmente existe si se les dice. En este contexto, el amigo imaginario ayuda al niño a entender el mundo adulto, asociándose a la creatividad y a la comprensión emocional.
2. Enfoque Clínico:
Basándose en la teoría psicoanalítica de Winnicott sobre el objeto transicional, Mojaras Rodríguez explica que el amigo imaginario funciona como un mecanismo que permite al niño separarse de las figuras parentales y afrontar la ansiedad que esto genera. Un ejemplo ilustrativo es el personaje de Linus en “Charlie Brown”, que siempre lleva su “mantita” como un objeto de seguridad, similar a un amigo imaginario.
Los niños que tienen amigos imaginarios son conscientes de que estos no son reales. No obstante, cuando interactúan con ellos, se sienten tranquilos y en control de la situación, asignándoles las características y nombres que deseen.