La presidenta Claudia Sheinbaum se propone alcanzar un 45% de energía renovable en el país, sin descuidar el fortalecimiento de empresas estatales como Pemex y la CFE. El «Plan Sonora» y la explotación del litio son claves en esta estrategia.
México apuesta por acelerar la transición energética sin relegar a Pemex y CFE
Claudia Sheinbaum, presidenta de México y doctora en ingeniería energética, ha marcado un ambicioso objetivo en materia de transición energética: para 2030, busca que el 45% de la energía generada en el país provenga de fuentes renovables. Con esto, México no solo pretende reducir su dependencia de los combustibles fósiles, sino también trazar un modelo de desarrollo sostenible en armonía con el fortalecimiento de empresas públicas estratégicas, como Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Ángel Balderas Puga, académico especialista en temas energéticos, sostiene que este enfoque no implica una ruptura con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sino una continuación y expansión de sus esfuerzos. La estrategia de Sheinbaum busca consolidar las bases establecidas por su predecesor y asegurar un tránsito hacia las energías limpias sin perder de vista la soberanía energética del país.
Fortalecer Pemex y CFE, claves en la transición
La administración de López Obrador priorizó rescatar a Pemex y la CFE, frenando el robo de combustible y construyendo la refinería de Dos Bocas, además de modernizar otras instalaciones. En cuanto a la CFE, intentó pasar una reforma constitucional para reforzar el papel del Estado en el sector energético y regular los permisos de generación de electricidad en modalidad de autoabastecimiento. Aunque la iniciativa no alcanzó los votos necesarios en el Congreso, estableció un precedente y dejó una hoja de ruta para Sheinbaum.
Recientemente, la nueva mandataria ha logrado una reforma constitucional que define a Pemex y la CFE como “empresas públicas de carácter estratégico”, permitiendo la participación del sector privado en energías renovables, pero siempre bajo condiciones que no comprometan la soberanía del país. El plan de Sheinbaum propone una colaboración entre el Estado y el sector privado para alcanzar sus metas energéticas, y tanto Pemex como la CFE jugarán un rol fundamental en el proceso.
Desde Pemex, por ejemplo, se espera una producción de 1.8 millones de barriles de petróleo diarios, orientada principalmente a cubrir la demanda nacional. La petrolera también tendrá un papel activo en proyectos de energías renovables, alineándose con la meta de transición energética. El director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, ha señalado que, si bien el gobierno anterior logró importantes avances, la transición hacia una matriz energética más limpia aún requiere mayor esfuerzo.
Sonora, punta de lanza de la transición energética
El “Plan Sonora” es un elemento central en la estrategia de Sheinbaum. Este programa abarca el desarrollo de uno de los parques solares más grandes del mundo en Puerto Peñasco, la explotación del litio y la mejora de la infraestructura energética en el estado. Sonora se ha posicionado como un actor clave en la transición, con el respaldo del gobernador Alfonso Durazo y un acuerdo de cooperación con EE.UU. para fortalecer los lazos binacionales en proyectos energéticos.
El estado también alberga uno de los mayores yacimientos de litio del mundo en Bacadéhuachi. Este mineral es crucial para la transición hacia tecnologías limpias y es un componente fundamental para las baterías de autos eléctricos. En respuesta a la relevancia de este recurso, el gobierno ha creado Litio para México (LitioMX), organismo que, junto al Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), trabaja en desarrollar tecnología para extraer y procesar el litio, cuya complejidad radica en que, en México, se encuentra en forma de arcilla.
Retos y proyecciones: el papel del litio y el auto eléctrico mexicano
A diferencia de los yacimientos de litio en otros países, como los de Sudamérica, la extracción del litio en México implica desafíos técnicos debido a su composición. Para abordar esta dificultad, Sheinbaum anunció una colaboración con el IMP y el Conahcyt para desarrollar la tecnología necesaria para su extracción y procesamiento, lo que permitirá integrar toda la cadena de valor en territorio nacional. La reforma energética de noviembre de este año reafirmó que el litio es un recurso propiedad de la nación, dejando abierta la participación privada en algunas etapas del proceso.
Además, Sheinbaum ha adelantado su intención de impulsar la producción de un automóvil eléctrico de fabricación nacional, el “Olinia” (nombre de origen náhuatl que significa “moverse”), que sería ensamblado y diseñado en México a precios accesibles. Este proyecto es parte del programa de desarrollo tecnológico para la innovación, destinado a fomentar la movilidad sustentable y a aprovechar el litio como recurso nacional.
Balance entre soberanía y colaboración privada
El gobierno de Sheinbaum busca avanzar hacia una matriz energética más limpia, pero sin renunciar a la autonomía y control sobre sus recursos naturales y energéticos. En lugar de desplazar al sector privado, su enfoque propone una colaboración en la que los privados puedan aportar, bajo la regulación del Estado, al desarrollo de proyectos de energías limpias. Esta política busca conciliar los intereses de desarrollo nacional y sustentabilidad con las oportunidades de inversión en el sector energético, siempre manteniendo las riendas del proceso de transición en manos del Estado.
Este planteamiento de “soberanía colaborativa” podría convertirse en un modelo distintivo para países con recursos energéticos significativos y en vías de desarrollo, como México, quienes buscan reducir sus emisiones sin comprometer el control estatal sobre sus recursos.
En conclusión
México se encuentra en un punto crucial de su transición energética, con Claudia Sheinbaum al frente, apostando por un modelo que integre energías limpias, desarrollo tecnológico nacional y la consolidación de empresas estratégicas. La colaboración del sector privado en energías renovables, la explotación del litio y la producción de autos eléctricos, todos enmarcados bajo una política de soberanía nacional, conforman un modelo que podría ofrecer a México una posición única y sostenible en la lucha contra el cambio climático.